miércoles, 21 de octubre de 2009

Los chilambaláamoób libros sagrados de los mayas

Los libros del Chilam Balam


Uno de los primeros cuidados del clero español después de la conquista, fue enseñar a los indios a escribir su propia lengua haciendo uso de las letras del alfabeto castellano.

Aunque se suponía que los indígenas harían uso de esta nueva escritura exclusivamente para los fines de la nueva religión cristiana, los indígenas se las ingeniaron para escribir una cantidad considerable de profecías, mitos, rituales, sucesos corrientes y, lo más importante de todo, sinopsis cronológicas de su historia. Durante la centuria que siguió a la Conquista se escribieron en el norte de Yucatán algunos de estos manuscritos indígenas. Se les ha dado el nombre de Libros de Chilam Balam, lo cual puede traducirse como "El libro del adivino de las cosas ocultas".

Originalmente debe haber habido muchos de estos libros manuscritos pero sólo unos cuantos han llegado hasta nosotros. Se les distinguía entre sí agregándoles el nombre del pueblo en que fue escrito cada uno. Se conocen fragmentos de uno diez o doce, siendo los más importantes los Libros del Chilam Ba¡lam de Maní, Tizimín, Chumayel; Kaua, Ixil, Tusik y el Códice Pérez, manuscrito del siglo XIX que contiene transcripciones de varios otros cuyos originales se han perdido.

Históricamente hablando, las secciones más significativas de los Libros de Chilam Balam son los u kahlay katunob, o crónicas principales de la historia maya. Hay cinco de estas crónicas que se conservan en los libros del Chilam Balam, una en el de Maní, otra en el de Tizimín y tres en el de Chumayel. en este último se dan los resúmenes más exactos de la historia de la Epoca Postclásica. Ciertamente no hay duda de que los u kahlay katunob de los Libros de Chilam Balam son traducciones literales de los códices históricos mayas, cuyos originales se han perdido.






. El chilambaláam de Teabo: habla de la medicina

. El chilambaláam de Chumayel: habla de profesias(de lo que va a suceder)

. El chilanbaláam de Motul.....

. El chilanbaláam de Mani.......


Don Antonio Martínez y Saúl
Personaje misterioso del Chilam Balam

Uno de los personajes más misteriosos que aparecen en los libros de Chilam Balam es, sin duda, don Antonio Martínez y Saúl. Hay referencias de don Antonio en los chilam balames de Maní, de Tizimín y en el de Chumayel, y por lo general son párrafos de difícil interpretación y poco claros. En el de Chumayel tenemos que en el primer párrafo dice que don Antonio Martínez y Saúl nació en Tzimintán (región de los tapires), y se casó con una mujer influyente. Después de estar en La Habana, donde construyó innumerables barcos, como iba ser aprehendido regresó a Tzimintán, donde fue apresado por los "Nacomes, sacrificadores". Entonces, después de ser castigado, prometió volver al frente de barcos extranjeros para hacerle guerra a Tzimintán y a pueblos de la región.

En una nota del libro "El Chilam Balam de Chumayel", de don Antonio Mediz Bolio, encontramos lo siguiente: "El extraño nombre de este misterioso personaje es citado varias veces en estos papeles como el de un redentor o caudillo, especie de esperado Mesías que ha de llevar a los mayas a su liberación.

Confesamos que no hemos podido encontrar indicio de quien pueda haber sido tan importante sujeto. El relato que aquí comienza, muy desordenado y confuso, escrito tal y como se hubiera referido de viva voz por un indio corriente, tiene la apariencia de un cuento de piratas del siglo XVII.

Sin querer, se piensa en que este `Don Antonio Martínez y Saúl' pudiera ser muy bien un aventurero flamenco, inglés o francés, de los que pupulaban por las costas de América, hostilizando a los españoles y medrando como podían, que anduvo por los litorales del oriente de Yucatán y asumió el papel fantástico de libertador de los indios mayas, haciéndose anunciar como tal, para adquirir supersticioso poder sobre ellos.

Hay que suponer que no es "don Antonio Martínez y Saúl" un nombre legítimo, sino un seudónimo adoptado para encubrirse mejor. Parece que el episodio a que se refiere esta rara relación ha de haber ocurrido allá por 1650. El curioso dato de los `trece veces cuatrocientos barcos' (bien puede ser un modo de decir muchos barcos, esto es, flota o escuadra) no tiene, que sepamos, antecedente histórico coincidente que sirva de guía para desenredar la madeja.

Sólo hemos encontrado la historia de un tal don Jacobo Jackson, que se hacía llamar Conde de Santa Catalina, corsario inglés que con una armada de trece urcas amenazó las costas de la Península por los años de 1640 a 1645.

En Campeche había un gran número de embarcaciones, la mayor que en ese puerto se había visto, cuando se presentaron frente al puerto las trece urcas, y la gente de Jackson no atacó entonces aquella plaza, sino que fue a desembarcar a Champotón, en donde cometieron depredaciones. Se adentraron en tierra y plagiaron a dos frailes, a quienes se llevaron consigo. Luego el Conde de Santa Catalina fue a merodear por La Habana, frente a cuyo puerto un temporal deshizo la flota, salvándose los frailes en la Costa de la Florida. Uno de ellos, el Padre Navarro, refiere que la tripulación de la armada corsaria era una confusión babilónica de hugonotes, calvinistas, arrianos, sacramentarios, protestantes, zuinglanos (?) y otras diversas sectas.

"Del Conde de Santa Catalina no se sabe más, después de este naufragio. Hemos citado esta historia por las vagas coincidencias que tiene con la que aquí se hace del `don Antonio Martínez y Saúl'. La época, los trece barcos, La Habana, el don Jacobo Jackson que se hace llamar "Conde" (de Martínez se dice que se casó con una reina), su calidad de protestante (Martínez leía el libro de las Generaciones, y declara: "Yo soy hereje", etc.). Es sabido, además, que en los tiempos de la guerra de Flandes, muchos de los personajes herejes al servicio de las naciones enemigas de España, vinieron por las Indias a pretender `evangelizar'.

Los corsarios de este género atacaban con saña las iglesias y los conventos católicos y procuraban atraerse a los naturales. Con todos estos antecedentes, queremos creer que la leyenda del don Antonio Martínez y Saúl, no anda lejos de estar ligada con estos asuntos. Sería de desearse que quien más sepa pudiese dar alguna luz sobre este singular personaje, acerca del cual aclaramos con franqueza que no recordamos haber visto escrito u oído nada antes de ahora".- W.B.S.- Mérida, Yucatán, 1998.

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